¿Por qué seguimos a otros en las redes sociales?

Las redes sociales son un entorno tan particular que incluso el hecho de que un extraño te siga no se entiende como algo a lo que temer, sino como algo que celebrar.

  • Nos gusta que nos prestes atención y es por eso que las redes son, al mismo tiempo, plataformas de promoción y de búsqueda de afecto.
  • Las redes sociales son una fuente de conocimiento y una herramienta para interpretar la realidad.
  • El entorno digital ha creado nuevos líderes de opinión, a los que siguen miles de personas.

Los llamados influyentes en las redes sociales son los líderes de opinión en el entorno digital. Son personas capaces de reunir a una comunidad activa de seguidores que no sólo prestan atención a lo que publican, sino que también pueden reproducir comportamientos o seguir instrucciones específicas. Pero, ¿cuál es el proceso que sigue un usuario para establecer esa lealtad hacia el otro?

La dinámica de crear afinidades y liderazgo es algo que se ha estudiado durante décadas en psicología, pero que ahora se ha reformulado para adaptarse a una realidad cambiante: conceptos como influencia o persuasión se leen ahora como seguidores o gustos.

La sociología de la comunicación también prestó atención a la forma en que se transmitía la información y al papel que desempeñaban los nodos de liderazgo, ya sea reproduciendo o modificando lo que se emitía.

En el período de entreguerras ese estudio se limitaba a un aspecto propagandístico, pero en realidad no es muy diferente de lo que muchos usuarios hacen hoy en día: leer a un columnista o seguir un tweeter porque reafirma sus ideologías y ofrece una trama con la que se siente cómodo.

Los nuevos líderes de opinión
Los líderes de opinión adoptan ahora formas diferentes. Hay publicaciones ideológicas, pero también hay instagramadores de moda, youtubers que se ocupan de la maternidad y tweeters que pontifican sobre los límites de la libertad de expresión.

Estos conceptos no son nuevos, excepto por el entorno en el que se producen: la revolución digital ha universalizado el acceso a este estatus de líder de opinión y es por eso que las personas individuales han podido establecerse en posiciones de influencia que antes estaban reservadas a las grandes marcas o a personas relevantes dentro de la industria cultural.

Los estudios conductuales han profundizado durante décadas las razones por las que el individuo sigue las tendencias, pero también los efectos de esta decisión. Se ha demostrado, por ejemplo, que la masa diluye la identidad del individuo, haciéndolo capaz de contener su forma de ser y de ser contaminado por el resto. Por ejemplo, esto significa que una persona tranquila se exalta a sí misma en las gradas de un campo de fútbol o que una manifestación pacífica termina en una espiral violenta.

Hay otros estudios que, sin embargo, apuntan exactamente a lo contrario: los grupos tienden a expresar opiniones que convergen principalmente en posiciones acordadas o que de otra manera se polarizan en bloques.

En la implacable búsqueda de la recompensa


Los seres humanos buscan recompensas: por ejemplo, nos gusta comer cuando tenemos hambre, beber cuando tenemos sed y, en general, satisfacer nuestras necesidades físicas más básicas. Además, tratamos de satisfacer las necesidades afectivas. Y lo mismo ocurre con lo social: somos sociales cuando el grupo recompensa y, por el contrario, nos sentimos solos cuando nos sentimos rechazados.

En la comunicación, toda esta línea de pensamiento está enmarcada en la teoría de los usos y las gratificaciones – la cuestión no es tanto cómo las plataformas de comunicación influyen en el usuario, sino cómo el usuario utiliza esa plataforma, a cambio de qué y de qué manera influye en él.

¿Qué tan poderoso es dar una probada? Según algunas investigaciones, tanto como el chocolate…. Es, de hecho, algo adictivo. Eso, según los investigadores, hace que mucha gente sea adicta a las redes. Y también genera exactamente lo contrario: la frustración de no tener tanto éxito como los demás o, en un nivel diferente, de contemplar celosamente lo que los demás muestran pensando que su vida es mucho menos emocionante.

De esta manera, cada uno elige la razón por la que sigue al otro: se interesa por lo que dice, aprende, refuerza sus ideas o las inspira. El punto es que también se necesita algún tipo de recompensa para hacerlo y, al final, convertirlo realmente en un líder.

Es decir, para ser persuadidos, influenciados y finalmente reproducidos. Después de todo, el liderazgo «se construye sobre dimensiones como la confianza, la experiencia, la similitud o el atractivo», según los investigadores.

Fuente: Universia.net

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